Sin límites

Era domingo sin ganas de nada y sin dinero en el bolsillo, pues las últimas visitas al cine me habían dejado con un buen agujero en mis arcas y por ello elegí pasar mis últimos momentos del fin de semana disfrutando de una peli tirado en el sofá. Invité a un@s amig@s, que me proporcionaron algo de beber y de comer y nos dispusimos a ver una peli de acción, un thriller paranoico y acelerado (al menos eso era lo que parecía en el trailer).

Pero no, no, no y no. La peli empieza curiosa con un tio guarrete, «dejao», escritor, que ha de cuidar de su vida, su pareja y escribir un libro, pero no encuentra el camino para ninguna de esas cosas. Así que la cosa  para él no pinta bien, los plazos se agotan, la novia le aprieta y en sus manos por suerte cae la solución: una pastilla de aspecto cuanto menos llamativo y con la cual, algunas de sus habilidades, parece que pueden crecer. Como haría cualquier hijo de vecino se la tomó (vamos lo normal, un tío por la calle te da una pirula transparente y tú ale a probarla, pues al fin y al cabo qué puedes perder).

Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!

Después de un agotador día de trabajo qué mejor que irse al cine y verse un peli donde estás seguro que te vas a partir el ojete. El hecho de descojonarse del mal de otros siempre funciona para sentirnos mejor, aunque sea de un mal ficticio como en este caso (reírse de un caso real ya me parece de cabronazos, pero qué demonios, a veces mola). Dado que la primera parte me pareció en su día una película cómica bastante buena, no me pensé dos veces cuando me ofrecieron ir a verla al cine. ¡Qué demonios, seguro que me echo unas risas! Con esa predisposición nos fuimos a ver Resacón 2, ¡Ahora en Tailandia!

La manada se vuelve a juntar para liarla parda. Si la primera parte se montaban un fiestote en Las Vegas, esta vez lo harán en Bangkok, lugar de transexuales y mafias. ¡Qué mejor sitio para hacer una despedida! ¿Superará la secuela el listón tan alto dejado por la primera parte? Pues a no ser que le des a «Leer Más» no te vas a enterar nunca jamás (toma pareado molón).