Thumbprint

thumb_logoPara el que no tenga apenas ni zorra de inglés y se acojone con palabrejas que tienen tanta consonante junta diremos que el título de la reseña de hoy podría traducirse como huella digital. Pero para huellaza la que dejo yo cuando piso lo fregao a mi señora madre y me pone una cara de querer soltarme un ostión con la mano abierta como los que pegaba Bud Spencer, con los cuales hacía que la gente diera una voltereta de 360º sobre su propio eje.

Pero el Thumbprint del que vamos a hablar hoy no tiene nada que ver con gilipolladas de estas, sino con cierta novedad comiquera que me llamó la atención desde el momentazo en el que vi el nombre de Joe Hill en la portada. Sobre este buen mozo sobran las presentaciones, pues todo el mundo sabe que se trata de un escritor estadounidense famoso por ser hijo del grandísimo Stephen King. Y a este respecto hemos de confesar que los muchachos de este blog hemos leído cosillas suyas en el noveno arte que no nos han dejado malas sensaciones, como por ejemplo Locke & Key, La capa o Road Rage. Es por ello que anhelábamos poder catar este tomo…

Sobre su argumento diremos que nos pondrá en el pellejo de la soldado Mallory Grennan, quien hizo cosas terribles durante el tiempo que trabajó en la prisión de Abu Ghraib. Después de abandonar el ejército, nuestra protagonista pensó que había dejado sus pecados de lado y podría empezar una nueva vida en casa. Pero algunas cosas no pueden quedar atrás. Algunas cosas no quieren quedarse atrás…

¡Ostiás, qué escabechina!

¡Ostiás, qué escabechina!

Bajo tal premisa, este aclamado novelista de terror vuelve a reflejar en el noveno arte uno de esos relatos cortos, en el que esta vez aborda un tema muy real como es el de los traumas de los soldados que vuelven a casa tras la guerra (no sólo por el horror de la guerra en sí, sino también por las atrocidades y barbaridades cometidas por algunos de ellos movidos por el odio hacia el enemigo). Y será justamente a través del recurso narrativo de las notas mentales de la protagonista lo que servirá para llevar el hilo conductor del argumento y nos ayudará a conocer todo lo que pasa por la cabeza de la pobre Mallory, sus traumas, sus remordimientos y todo lo que ha vivido en aquel infierno.

Salen viejunos y tío con bigote

Salen viejunos y tío con bigote

Todo ello da pie a una historia de intrigas y repleta de misterio, sobre todo a raíz de cuando un papel con una huella dactilar aparece en el buzón de la casa de Mallory dentro de un sobre sin sello y que alguien ha dejado alli para recordar algo a nuestra protagonista, lo cual hará que viejos fantasmas vuelvan a su ya de por sí atormantada mente. Y a este respecto hay que decir que el bueno de Joe Hill aborda magníficamente ese tema de lo que puede pasar por la cabeza de un soldado a su vuelta a casa y le hace a uno empatizar con los traumas que tiene que afrontar esta pobre gente.

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Consecuencias de jugar mucho Call of Duty

Además la historia sabe mantener bien la tensión y el misterio hasta que llegamos a su desenlace y descubrimos quién está detrás de esas notas amenazantes y el motivo por el cual esta persona la ha tomado con nuestra protagonista. Todo ello aderezado con una serie de inquietantes flashbacks, gracias a los cuales conoceremos las experiencias de Mallory en la guerra, las atrocidades que cometió y gente a la que torturó, elementos con los cuales uno no puede menos que preguntarse en ciertos momentos de la lectura si esta muchacha se merece todo lo que aquí acontece.

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Gafotas que se cuelan en tu casa

En definitiva, Thumbprint es una muestra más de que todo lo que Joe Hill plasma en el noveno arte no me deja mal sabor de boca. Un claro ejemplo de que hay ciertas cosas que simplemente uno no puede dejar atrás y de que a veces los viejos fantasmas del pasado pueden volver para modernos el culo. Si te gustan las historias de misterio y tensión este tomo no es una mala opción para pasar una tarde de lectura. Por cierto, en él se incluye también el relato en sí extraído del libro y otra de las colaboraciones entre Joe Hill y Jason Ciaramella: una curiosa historia titulada Kodiak. Ahí es «ná»…

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