Turf

Hemos recibido estos días muchas cartas de antiguos compañeros del Penal de Ocaña preguntándonos que porqué coñe ya no ponemos mi sección de reseñas comiqueras de los sábados. A este respecto he de decir que debido a un altercado gilipollesco de faldas, un marido celoso me pegó con un bate de beisbol en «to» la cabeza y se me olvidó leer. Así que debido a ello he estado yendo a clases de parvulitos para volver a aprender y ponerme al día y más o menos ya creo estar en condiciones de hacer nuevamente mis pinitos en el mundo del noveno arte.

Así que el otro día decidí sentarme a degustar una de mis compras comiqueras del mes pasado a la que tenía más ganitas que un julandrón al culo de Ricky Martin. La verdad es que iba muy reticente a que esto me sorprendiera gratamente por lo acojonantemente raro de su argumento, pero he de decir que se trata de una de esas lecturas de las que no esperas gran cosa y que uno se pilla un poco de paquete y acaban gustándote más que muchas de las cosas en las que uno tiene puestas grandes expectativas.

Y es que tal y como he comentado, el argumento es raro de cojones. Se ambienta en el Nueva York del año1929 en plena época de la ley seca y en un contexto en el que las diferentes bandas están cayendo como sangrientas fichas de dominó ante la familia Dragonmir en su lucha por hacerse con el control de la ciudad. Lo curioso es que esta peculiar facción planea despertar a un gigantesco vampiro sepultado en los cimientos de su mansión. Así comienza uno de los más imaginativos cómics de la temporada que realmente te deja un poco «piruleta» por todo lo que aquí acontece.

Vuelve a por otra si ves que eso…

Ciertamente Turf es uno de esos cómics en los que los «buenos son malos y los malos son aún peores». Y es que aquí los héroes a los que les toca salvar la papeleta son un gángster un poco cabronazo, vividor, caradura y proxeneta (llamado Eddie Falco) y un alienígena que por azares del destino acaba con su nave estrellada en nuestro planeta y establecerá cierta amistad con nuestro protagonista. De esta forma, el pobre Eddie deberá buscar el apoyo de antiguos enemigos para reunir un grupo de valientes capaces de enfrentarse a ese clan vampírico que quiere controlar primero Nueva York y luego el mundo.

Oleeee, qué guapos han salido

Insisto en que esto contado así en frío puede parecer una puta paranoia del copón que te puede dejar más «subnor» que un extra de la serie Corky. Pero el bueno de Jonathan Ross va hilando todo este cúmulo de elementos de una forma en la que al menos en mi caso captó toda mi atención para leerlo del tirón y saber cómo iba a terminar todo este «sarao» de vampiros, alienígenas y gángsters.

¡Volare, oh, oh!

En definitiva, Turf me ha resultado una grata lectura por esa curiosa mezcla que hace de novela negra, seres sobrenaturales y tintes de ciencia-ficción. Además nos deja esa curiosa moraleja implícita en muchas historias de que cuando la humanidad está en peligro es momento de dejar a un lado las diferencias personales y aunar esfuerzos para encarar cualquier tipo de amenaza mayor. A muchos les resultará un mejunje de paranoias pero a mí me ha resultado una más que grata lectura…

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