Antes de ser unos putos viciados…

Resulta curioso el hecho de que los muchachos de este blog tengamos una fama de putos «viciaos» de mierda que no podamos con ella. Hay quien nos compara con los criajos esos coreanos que se tiran 48 horas seguidas dándole a la Xbox; otros en cambio piensan que somos tan viciados que cada vez que cogemos el mando de la consola coqueteamos con el ataque epiléptico. Incluso hay quien nos dice que tenemos tal cantidad de vicio en las venas que cada vez que nos hacemos una herida en vez de sangre sale vicio. Pero no siempre fuimos así de asquerosos, pues en nuestros tiempos mozos éramos personitas normales que jugábamos a cosas que a los chavalines de hoy día les suenan a puto chino: los juegos de tablero. Estos eran algunos de nuestros favoritos…

Porque no siempre fuimos así…

 

  • En busca del Imperio Cobra

Como nosotros éramos muy chulos y castizos lo llamábamos Imperio Cobra a secas y eso que nos ahorrábamos en saliva para tirar gapos. La verdad es que éste era nuestro juego favorito, pues aún me acuerdo de la baza en la que un grupo de chavalines estaban jugando ahí en el barrio y les pedimos que nos lo dejaran a cambio de la maquinita comecocos de nuestro amigo «el Whiskas». Fue tal la cantidad de tiempo que duró el intercambio debido al vicio que teníamos con el puto juego este que al pobre Whiskas le fundieron las pilas de la maquinita y se fue llorando a casa soltando unos mocarros de muy señor mío. Más tarde uno de nosotros se pidió el juego para Reyes y pudimos jugar todo el tiempo que nos salió del ojete (que no fue poco). Por lo que recuerdo, nadie quería hacer de Cobra porque era un rollazo, así que si te tocaba hacer de héroe tenías que hacer unas movidas en la «tierra natal» de la que procedía el personaje que encarnabas, para poder embarcarte rumbo al territorio de la Cobra y darla de hostias. La verdad es que gracias a este juego nos formamos como personas y como seres humanos. Más tarde sacaron la segunda parte, pero era un puto pufo…

Si en los años 80 no jugabas a esto es que eras un mierdecilla

 

  • Fuga de Colditz

A este juego sí que tuvimos una gran época de vicio en las mañanas veraniegas de cuando éramos unos tiernos efebos, pues casi todos los días solía subir a casa de mi colega «el rubio» para jugar con él y con su hermano «O’ Rei Philippides». Si en el Imperio Cobra nadie quería ser la cobra, en éste nadie quería hacer de alemán, porque te exponías a que el resto te llamara «puto nazi». El juego estaba basado en la historia real de la fuga del prisionero Pat Reid del campo de prisioneros de guerra del castillo de Colditz durante la segunda Guerra Mundial. Y justamente la partida consistía en eso, en tratar de fugarte como pudieras de la misma forma que todo aquel que queda en una cita a ciegas con una moza y de pronto le aparece una gorda mocha de 200 kg. Creo recordar que había que reunir primero un equipamiento de material antes de entrar en la fase de la fuga, pero me daba a mí que como por aquel entoces éramos muy perros y no leíamos ni las instrucciones jugábamos como  nos salía de los cojones (nuestro juego, nuestras reglas). Pero vamos, que nosotros nos lo pasábamos pipa y eso era lo importante, qué coño. El caso es que a fecha de hoy las únicas fugas que conocemos son las fuga de orina nocturnas…

Un juego ideado por Pepe

 

  • Sinaí

A este juego me vició mi colega «el rubio», que lo tenía y jugábamos cada vez que iba a su casa. El caso es que a mí me moló tanto que me lo regalaron la última vez que pisé un iglesia: en mi comunión. Este era otro de esos juegos al que nos viciábamos usando las reglas que nos salían de los cojones, pero tal y como jugábamos era diver. Además como teníamos un amigo regordete (el Bola), cada vez que jugábamos con él y movía una tanqueta nos partíamos el ojete. Básicamente consistía en tener que tomar uno de los objetivos del oponente (polvorín, estado mayor o el Oasis) y para los enfrentamientos se usaba una especie de ruleta de alcances para simular las batallas entre las distintas unidades de las que se componían los bandos contendientes. La verdad es que era un puto vicio y me están entrando ganas de bajar al trastero y ponerlo patas arriba para ver si doy con él…

Gracias a este juego somos los consumados estrategas de hoy día

 

  • La Ruta del Tesoro

A este juego yo era un cabrón, porque solía esconderme el dinero para simular que estaba en la puta ruina y cuando caía en una casilla en la que tenía que pagar pelas y la gente se reía de mí diciéndome que estaba «aperruchao» de buenas a primeras sacaba ahí millonadas y todo el mundo se quedaba piruleta. Básicamente era una especie de Monopoly pero en plan piratón, por lo que en vez de edificar hoteles levantabas castillos y movidas de ese jaez. Por cierto, era mítica la forma que teníamos de meter presión cuando alguien iba a tirar los dados y le gritábamos aquello de «Alcabalas, Alcabalas» (ni que decir tiene que si tenía la puta mala suerte de caer en esa casilla nos descojonábamos de él en toda su cara). La verdad es que era un juego divertidísimo con el que echamos horas y horas de aquellas épicas tardes veraniegas.

Con este juego lo pasabas pirata

 

  • Misterio

A este juego sí que tenía yo un vicio cosa mala, y creo que influyó bastante en mi gusto actual por las pelis chungas y casposas de monstruitos. Recuerdo que se lo cambié a mis primas Yoli y Gema por otro juego ratonero que tenía yo, con lo cual salí ganando en el trueque. Además me gustaba tanto que me lo llevaba conmigo a todas partes (incluso cuando acompañaba a mi madre a la pelu a que la peinaran como la abeja Maya). El caso es que el juego se desarrollaba en el Castillo de Transilvania, a raíz de cuando un excéntrico aristócrata y la servidumbre que allí vivía desaparecen en extrañas circunstancias. El juego consistía en hacer de detective con el fin de esclarecer las misteriosas desapariciones a través de un proceso de eliminación. Ganaba quien primero lograba descifrar las tres claves (vamos, como el Cluedo pero sin la señorita Amapola). No sé si seguirá en el trastero, pero si algún día me topo con él me lo como a besos.

Ole ahí ese tablero guapo

5 comentarios

  1. Mar dice:

    Alaaaaaa yo tenía el misterio, me encantaba ese juego,q recuerdos!

  2. KiKo dice:

    Joder, quiero jugarlos a todos YA. Vamos a dejar las pelis pufos de los lunes molones y vamos a jugar a estos juegos, ostias.

  3. ArgosCamacho dice:

    Creo que el Sinaí es lo único que queda vivo de aquellos tiempos. El Misterio fue mi asignatura pendiente.

  4. JARR dice:

    Qué piques míticos al Misterio, que no dejaba de ser un Cluedo más molón, y me habéis hecho buscar uno que sacaron con personajes de Ibáñez, por ahí andará. Si lo encuentro mandaré fotos.
    Eso sí, el Imperio Cobra era un puto coñazo. Que molaba la cobrilla de plástico verde, y los oráculos, y tal, pero el juego en sí era un coñazo sólo superado por el Risk.

    1. SrGrifter dice:

      Siiii, si encuentras fotos nos las mandas y las ponemos.
      Jope, el Imperio Cobra estaba chuli. Aunque bueno, nosotros hemos siedo siempre muy flipaetes y nos viciábamos a cualquier cosa mierdosa.

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