Harry Brown

Cuando vi el título de este film así un poco de refilón y de pasada, pensé que se trataba de una película del dueño de Snoopy. Luego me puse los lupos y vi que el nombre no era Charlie, sino Harry y por fin ya pude respirar más tranquilo. Aprovechando que tenía visibilidad y tal me puse a analizar la portada del film y ciertamente uno no puede evitar pensar que esto tiene un aire a Gran Torino por los cuatro costados. Ciertamente este largometraje no llega al nivelazo de la peli de Clint Eastwood, pero se deja ver por el simple hecho de tener como protagonista a Michael Caine, ya que sin él resultaría la típica peli para visionar en la sobremesa de Antena3 reposando la comida en el buche.

Supongo que todos nos hemos quejado alguna vez cuando en nuestro barrio hemos visto a algún grupo de jovenzuelos veinteañeros haciendo botellón o dándole al jodío vicio de los porros. Pues bien, esta chavalería comparada con la del barrio donde vive nuestro protagonista son simples criajos de San Ildefonso de esos que cantan con voz de pito.

Y es que ciertamente este film explota la idea de la cada vez más proliferante generación de muchachada sin mayores ilusiones ni pretensiones en la que vida que la de reunirse en el parque de su barrio con los colegotas, sólo que aquí está llevado hasta el máximo extremo y aparte de ser unos «ni-ni» totales, son también bandas compuetas por yonkarras, malotes, étc…, bastante dados a la violencia gratuita, a las drogas duras y demás chunguezas (vamos, un filón total para el programa de «Hermano mayor»). En el contexto de este deplorable barrio es donde transcurre la vida de nuestro protagonista (Harry Brown), que acaba de sufrir recientemente la pérdida de su esposa, lo cual le lleva a tratar de alejarse de la soledad y el vacío de su casa en compañía de su mejor amigo. Sin embargo, debido a un altercado ocurrido, una de estas bandas de niñatos acabará con la vida de éste, lo cual dejará bastante afectado al pobre Harry (pues de repente ha visto cómo se ha derrumbado totalmente la cotidianidad en la que transcurría apaciblemente su vida)

Le dije al abuelo que no se comiera mis Werther's Original

Otro de los temas que se toca en el film (y que tristemente es otra realidad bastante proliferante) es la inoperancia de la policía en este tipo de situaciones, en las que no intervienen hasta que realmente ocurre alguna tragedia que lamentar, y cuando lo hacen muchas veces están atados de pies y manos por los derechos de los acusados y las lagunas legales, quedando los sospechosos totalmente impunes y sin pagar castigo. Todo esto llevará a nuestro protagonista a la tesitura de ponerse a la altura de esas bandas y usar el miedo y la violencia contra ellos, pues al parecer son las únicas cosas que entienden estos tipejos. El hecho de que un anciano de más de 70 años lleve a cabo esta labor queda explicada en el film con retazos que el propio protagonista cuenta de cuando sirivió en la marina en sus años mozos, siendo un militar bastante condecorado por aquel entonces (y ya sabéis que quien tuvo, retuvo).

Tras leer esto muchos pensaréis que el resto del film es una especie de película a lo Charles Bronson o a lo Clint Eastwood, y más viendo el parecido el título con la mítica Harry el sucio. Pues bien, hay que decir en su favor que el film no pretende ser una fantasmada en ningún momento, y toda esta parte está enfocada desde un punto de vista sutil y realista. Vamos, que no os esperéis ver a Michael Caine pegando volteretas como si fuera un mico o disparando tiros dando saltos en el aire a lo peli de John Woo. Y es que Harry Brown es un anciano que no está ya ni para bailar pasodobles, pues en cuanto acelera un poco su ritmo al perseguir a algún malote este hombre se desfonda y se cae al suelo de boca echando hasta el bofe (tal y como veremos en algunas partes del film), por lo que su vendetta es un tanto comedida y sin excesos.

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En definitiva, una película que se deja ver gracias a la labor de su actor principal, el siempre mítico Michael Caine, una vieja gloria a la que siempre es un lujazo poder presenciar. Ya os digo que sin ser un peliculón el film entretiene, pero donde triunfaría realmente es en un autocar de esos del Imserso que llevan a los abueletes a Benidorm, pues colmará las fantasías de muchos ante el hecho de ver a uno de ellos dando caña a esta juventud que ya no respeta «ná de ná».

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