Al leer así en frío eso de la marcha zombi muchos estaréis pensando que es el tipo de marcha que lucen muchos en las discotecas cuando se apalancan ahí en una esquina con la copa en la mano mirando bailar a las chatis con cara de babosos. Pero hoy ni mucho menos queremos hablaros de gente discotequera ni mariconadas de ese jaez, sino que el tipo de marcha a la que nos referimos nosotros es a la de esta novedad comiquera que nos trajo Panini en el mes de junio, indicativa de que los zombis siguen estando de moda.
Y me imagino que si estás metido en el mundillo de los seres putrefactos te sonará mucho el nombre de Max Brooks, un afamado escritor estadounidense al que muchos conoceréis por su Guerra mundial Z (o bien por haber leído el libro o bien por haber visto la peli protagonizada por ese ídolo de nenazas llamado Brad Pitt, aunque hay que decir que ésta poco tenía que ver con lo que Brooks nos contaba en las páginas de su obra). Por cierto, que sepáis que para el 2017 está programada la segunda parte de ese film, por lo que los que disfrutásteis con la primera me imagino que estaréis ahora mismo restregandoos como osos contra el pico de la puerta…
Pero no nos desvíemos del tema de la reseña y centrémonos en el cómic que nos ocupa, en el que Max Brooks (al igual que en el libro homónimo) desata una nueva epopeya del horror. Mientras los humanos libran una batalla perdida contra los no muertos, la hasta ahora oculta raza de los vampiros toma conciencia de una escalofriante verdad: se está quedando sin comida. Esta es la historia de cómo los vampiros desatan la guerra contra los zombis, mientras la humanidad trata de sobrevivir a todos ellos.
Hace poco leí otro cómic (El imperio de los Muertos), cuyo argumento también mezclaba «las razas» de humanos, zombis y vampiros, mostrándolo desde un punto de vista en el que todos ellos coexistían de alguna forma dentro de una curiosa sociedad en la que, por ejemplo, los zombis tenían mucho más que temer de la raza humana que viceversa. Sin embargo, en este cómic de Max Brooks, los humanos están al borde de la extinción debido a una plaga zombi que arrasa y devora ferozmente a todo aquel que encuentre a su paso, lo cual pronto provocará la inquietud y el nerviosismo de los seres vampíricos, cuando se den cuenta de que ello amenaza también a su propia existencia.
Y es que los vampiros (en su mayoría) siempre se han caracterizado por ser depredadores de la raza humana que cazan a sus presas de forma cautelosa y por la necesidad de alimentarse (no por el mero hecho de querer exterminarla sin más). De esta forma, la existencia de una plaga zombi que se va extendiendo cada vez más y que amenaza con exterminar a los humanos será justamente lo que les haga salir de su vida constante de despreocupaciones, cuando entiendan que el fin de la raza humana puede suponer el fin de ellos también.
Como rasgo destacable del cómic merece la pena decir que resulta curioso ver cómo todo esto nos será contado desde el punto de vista de las dos protagonistas vampiras de la obra, a través de una serie de notas mentales de una de ellas, un recurso sobre el que se sostiene casi la totalidad del hilo argumental, lo cual deja los bocadillos de texto de diálogos entre personajes relegados a un segundo plano. Y a través de esto seremos partícipes del tipo de vida hedonista y despreocupada que han llevado siempre ambas, cuyo única motivación ha sido siempre la de «correrse juergas y desfases vampíricos constantes». Pero cuando una situación problemática amenaza esa forma de vida despreocupada de uno, es cuando se ha de meditar si es mejor abstraerse de ella o «madurar», cambiar el chip y hacer algo por evitarlo.
En definitiva, La Marcha Zombi de Max Brooks 1 es un cómic muy recomendable para todos los fans de los zombis y de los vampiros. Y es que todos aquellos que disfruten con las batallas épicas se lo pasarán pipa viendo a un pequeño número de vampiros haciendo frente a una inmensa marea zombi, exhaustos ante el vértigo numérico, envenenados por el contacto de la sangre de los zombis y agotados por la escasez de víveres humanos. Todo ello aderezado por el dibujo de Raúlo Cáceres, con ese tono oscuro y detallista y sin hacer ningún miramiento a la hora de plasmar sangre, vísceras, tripas y mucha sangre. Una guerra en la que sólo hay una cosa clara: gane quien gane, nosotros perdemos…