Análisis Call of Duty: MW3

Si hay una fecha que me pone más inquieto que CR7 con el nuevo set de maquillaje de la señorita Pepis, ese es el mes de noviembre. Y es que todos tenemos marcado ese gran mes del año en nuestro calendario de la rubia tetona por tener lugar la salida del Call of Duty de rigor, y que para todos los jugones se ha convertido en todo un hito. Para poder comprarlo son muchos a los que se les pasa por la cabeza la idea de prostituirse. Yo personalmente tengo la suerte de que coincide con el mes de mi cumple, por lo que suelo poner ojines de gato de Shrek a la gente para ir recopilando dinero, hasta que junto 70 euracos del ala para poder comprarlo. Ciertamente son muchos los jovenzuelos que se fundirían esa pasta en guarras y en caballo, pero yo prefiero hacerlo en Call of Duty.

Ni que decir tiene que ya he movido hilos cual titiritero para hacerme con esta nueva entrega, la cual ya he tenido el placer de catar. Y después de hacerlo estoy tan nervioso que he tenido que pedir a Kiko que me escriba la reseña mientras yo se la redacto, porque aún me tiemblan las manos de la emoción.