
En su huida llegarán a una población donde ha habido un accidente de un convoy militar que transportaba residuos de un experimento gubernamental. Este hecho produce el escape de una humareda de gases tóxicos que provoca que todo el que lo respira quede convertido en un ser putrefacto hambriento de carne humana. Por tanto, tanto nuestro protagonista como esos secuestradores intentarán sobrevivir refugiados en una especie de estación de carretera, cercados por cientos y cientos de esos siniestros seres en el exterior (el recurrente cliché ya visto en películas como El amanecer de los muertos o La noche de los muertos vivientes). Si tuviera que destacar algo que me ha encantado de este comic es cómo está reflejada la naturaleza humana en ciertas situaciones límite, pues a veces el lector se queda con la sensación de que los seres humanos son casi peores que esos zombies descerebrados hambrientos de carne fresca, y sobre todo que la maldad humana y el egoísmo a veces parece no tener límites para ciertas personas. La historia está muy bien desarrollada y muy bien hilada, sin dar lugar a un sólo momento de respiro, y sobre todo que constantemente están ocurriendo cosas que van empeorando la situación para nuestros protagonistas. Mención especial al dibujo de Kyle Hotz, cuyo estilo no podría conectar mejor con la historia (cada zombie, cada cara de miedo de los pobres vivos que quedan… están dibujadas con un detallismo tremendo). Y por último comentaré que en algún momento que otro podemos apreciar a lo largo de la historia pequeños guiños a películas como Frankestein, Km 666, la matanza de Texas, étc.., que están muy bien metidos en la historia. En definitiva, un tomo cuya lectura recomiendo a todo el mundo al que le atraiga mínimamente este tipo de historias de zombies, y sobre todo para los seguidores de una de las mejores series que se está publicando actualmente como son los muertos vivientes de Robert Kirkman.
