Lunes molones: El perfecto anfitrión

Nueva jornada de lunes friki en la que los dos creadores de este blog volvimos a dar nuevamente rienda suelta al desenfreno en lo que se refiere a los Doritos chili pepper, el puto vicio a la Xbox y las pelis chungas que te cagas. Esta semana le tocaba elegir al nunca bien ponderado Kiko, y sorprendió a propios y a extraños sacándose de la manga este largometraje titulado El perfecto anfitrión (ahí, con un par de cojones el tío).

Ciertamente he de reconocer que cuando me dijo el título de la película yo no pude menos que pensar que esto sería un homenaje a mis buenas maneras con las visitas, pues suelo sacarles siempre un té con pastitas que les sienta de rechupete. Sin embargo, pronto este muchacho me ilustró sobre el hecho de que se trataba de un film que se pudo ver en el Festival de Sitges del 2010. Así que como grandes fans de todo lo que se estrena en ese festival (tanto de lo bueno como de las putas mierdas), no pudimos menos que sentarnos a degustarla como merecía la ocasión.

XP3D

Me imagino que a muchos de vosotros os pasaría igual que mí cuando oísteis por primera vez el título de este film y os dio por pensar que esto trataría sobre el gran Bill Gates vendiéndonos un Windows en relieve. Cuando me enteré de que se trataba de un film hecho en nuestro bonito país protagonizado por jovenzuelos no pude menos que vaticinar dos cosas: que esto sería un desfile de niños guapitos sacados de las series gilipollescas que inundan la parrilla televisiva y que tendría hechuras de pufo muy serio. Llamadlo afán detectivesco o que me la jugué en plan bruja Lola, pero en ninguna de las dos cosas me equivoqué.

Y es que no hace falta ser el puto Perry Mason para darse cuenta de que en un género en el que casi todo está inventado nos pueda sorprender a estas alturas un «slasher made in Spain». Pero vamos, que yo me armé de valor, me la jugué y ni que decir tiene que salí más «escaldao» un orco al que le tiran un puchero de Starlux hirviendo mientras trata de asaltar el castillo.

Escalofrío

Hay momentos en los que a uno le apetece verse alguna película de esas que vio hace milenios y que recuerda que le dejó buen sabor de boca. Muchas veces el paso del tiempo consigue borrar casi todos los detalles y simplemente recordamos la sensación de que esa película nos gustó. Eso me ocurrió a mi el otro día cuando me dispuse a ver Escalofrío.

Si os digo la verdad no recordaba haberla visto, hasta que empezaron los primeros minutos y me dije «¡Coño!, ¡Es esta peli!». Al principio tuve tentaciones de quitarla y volver a mi partida de The Witcher (puta maravilla de juego joder), pero pude contenerme. Así que me puse a verla contento de dos cosas: que me iba a gustar y que no la recordaba demasiado bien como para joderme la experiencia.

Preparé mi traje de gala para pelis de miedo (consiste en una máscara de Jason y unas garras de Freddy Krueger), un bol entero de palomitas, una pistola de agua bendita por si hubiera visitas indeseables, y me preparé para pasar una noche cargadita de suspense y terror.