Lunes molones: Eaters

Después de dos semanas de parón y cientos y cientos de fans desconsoladas, por fin ayer volvió a haber jornada de tarde friki en la que los dos creadores del blog nos reunimos en casa del nunca bien ponderado Kiko para dar rienda suelta a nuestra pasión por el Fifa 11. A todos esos fans de la sección pufazos en el Fifa os recomendamos que os mantengáis atentos a Vas Tú Listo, porque la que monté ayer dándole al puto vicio al juego este fue de órdago. Y es que el pobre Kiko rabió tanto con mis pufazos que hasta empezó a echar espuma por la boca como si fuera un anuncio de Vidal Sasson.

El caso es que ayer le tocaba elegir largometraje a este muchacho, y el tío va y me dice que no tenía ninguna peli preparada, pero que en su dvdteca guardaba un gran as en la manga titulado Eaters que se reservaba para una ocasión especial (sí, para su noche de bodas, no me jodas). Y lo más acongojante es que pudiendo haber visto El sicario de Dios va el joya y me pone esta peli chunga que te cagas, a traición y a sangre fría (y lo peor de todo, sin pestañear).

Rampage

Ciertamente con el visionado de este film le eché un valor y una osadía por la que deberían levantarme una estatua en mi barrio o algo así, pues su director es nada más y nada menos que Uwe «pelis pufo» Boll. Me imagino que a casi todos os sonará el nombre de este joyón, responsable de truñacos muy serios  tales como Alone in the dark, House of the dead, Postal, Bloodrayne o Far cry (yo no sé cómo le siguen dejando adaptar videojuegos al cine).

Supongo también que casi todos recordaréis aquella película de principios de la década de los 90 titulada Un día de furia en la que al protagonista de la misma se le cruzaban los cables a lo bestia y hacía gala de un comportamiento muy violento con cualquiera que se cruzara en su camino. Pues bien, Rampage es algo parecido pero más acorde a estos tiempos que corren hoy en día, pues aquí el protagonista es un joven de 23 años que un buena tarde decide salir a la calle ataviado con una armadura de Kevlar con la intención de hacer una escabechina allá por donde pase y dejar seco a todo aquel que tenga la mala suerte de ponerse en su punto de mira.