Ponerse en la piel del malo de turno es vivir otro tipo de sensaciones. Viajar al interior de la mente del asesino tiene sus riesgos. Comprender los trastornos que produce el propio caos en el cerebro de una máquina de matar y el poder desatado de unos semidioses nos conduce hacia lugares oscuros donde la vida del ser humano no tiene valor alguno y los cosechadores de sangre recorren los senderos repartiendo muerte. Hace unos pocos días estábamos hablando del libro “Cazador de Almas”, y ya por entonces dije que no tardaría en comentar la 2ª parte.El libro sigue con la historia de esos personajes tan entrañables y tan queridos por sus buenas maneras. Entre ellos podemos encontrar al loco destripador, al sádico, al mutilador, al traidor, al mutante sin ojos, al hereje, al poseído y a la chica con tres ojos. No es la típica familia, pero se odian y se respetan (eso es algo de agradecer). Vamos, que si el loco destripador decide bajar a la bodega y abrir en canal al abuelo, no hay problema, se le riñe un poco y andando.
Las batallas en el espacio han sido como un baile mortal entre buques, en muchas novelas se intenta mantener la distancia, pero Aaron prefiere disparar a bocajarro. No hay nada como lanzar andanadas a corta distancia. Lo voy a decir claro, la segunda parte ha superado a la primera de largo.
Para terminar nos deja un epílogo con una puerta abierta, un camino que ya daba indicios en el primer libro y que deja claro el tema de un tercero.

