Precious Metal, de Darcy Van Poelgeest e Ian Bertram (Nuevo Nueve, 2025)

Treinta y cinco años antes de los eventos de «Little Bird», la rutinaria cacería de “mods”, seres modificados, por el cazador Max Weaver, da un giro sangriento e inesperado al cruzarse con un niño modificado. Ahora, cargando con una modificación impredecible que podría ser la clave para desbloquear sus recuerdos perdidos, Max pronto descubrirá que no es el único interesado en las habilidades únicas del niño. Y que si quiere saber más, le podría costar todo lo que tiene. De hecho, el futuro mismo podría depender de ello.

Ambientado décadas antes de la rebelión liderada por la joven protagonista de Little Bird, «Precious Metal» nos traslada a un mundo aún más sombrío y desolado. Aquí seguimos a Max Weaver, un rastreador solitario y amargado que ha hecho carrera cazando “mods”, humanos alterados genéticamente. Su nueva misión: capturar a un niño modificado que podría tener la clave para reconstruir su memoria perdida.

Al finalizar la intrincada historia que nos cuentan aquí Darcy Van Poelgeest e Ian Bertram es bastante probable que nos sintamos apabullados, exhaustos y hasta perdidos. Pero son sensaciones buscadas por los propios autores que nos hacen conectar de manera muy poderosa e íntima con el protagonista, el cual vive su propio periplo precisamente así, sin ser capaz de asimilar todo lo que le está pasando casi en tiempo real, asimilando las circunstancias y las continuas sorpresas por clara inercia.

El trío de artistas detrás del proyecto, Darcy Van Poelgeest en guion, Ian Bertram para el dibujo y Matt Hollingsworth a cargo del increíble color nos ofrecen una experiencia sensorial única con viñetas densas, oníricas, llenas de detalles orgánicos (muy a lo Cronenberg), arquitectura imposible y mucha simbología religiosa.

En el guion de Van Poelgeest encontramos claras influencias de Jodorowsky y en el cual la experiencia del guionista (previamente se dedicaba a cortometrajes y otras producciones antes de su trabajo en «Little Bird») hace acto de presencia en cada apartado en el sentido global de que se nota que sabe cómo hacer bien las cosas. Nos ofrece unos textos intrincados y poéticos junto a un saber hacer en su conjunto para que todo funcione como un reloj bien sincronizado.
Con respecto al dibujo de Bertram: nos deja sensaciones que remiten directamente a la era más gloriosa de Metal Hurlant, a Moebius, a una ciencia ficción distinta, en la que se apostaba por naturalizar elementos impensables en planos de lo más cotidianos. Quizá esa sea la clave visual más interesante de esta obra: que comprendemos la física de este mundo sin más explicaciones que las visuales de cada momento, y Bertram ha conseguido que nos dejemos llevar en los momentos más violentos y espectaculares sin que pensemos que es imposible lo que estamos viendo.
El mundo que aquí se nos ofrece no necesita toneladas de información superflua porque su sola visión ya nos da sensación de coherencia a nivel de idea cuando hay un dibujante que lo sabe hacer de sobra.
Su diseño de personajes ya es algo digno de mención, así como el de los distintos decorados que desfilan por la obra, llenos de originalidad y personalidad propia. Pero el arte de Bertram tiene algo especial, y es la inclusión de un aura orgánica y visceral que recorre todo el cómic, y que le da a la obra un toque tan especial como inquietante.

Para completar el deleite visual, Matt Hollingsworth hace estallar todo un caleidoscopio cromático que llena las páginas del cómic de una vibración y una profundidad espectaculares.

Pero este no es un simple thriller de ciencia ficción. A través de una historia cargada de flashbacks y visiones, el cómic nos adentra en una fuerte reflexión sobre la identidad, la espiritualidad y la desconexión humana, todo ello en un mundo moldeado por la tecnología y el fanatismo religioso…, temas que dan mucho juego.

La conexión con Little Bird es potente, pero no hasta el punto de hacerla necesaria. ¿Es recomendable leer Little Bird previamente? Pues si se puede antes de abordar Precious Metal se tendrá más claro lo que ocurrirá con alguno de los personajes que veis nacer en estas páginas.

Aunque se ubica cronológicamente antes que «Little Bird», su tono es más turbio si cabe, más cercano a un noir existencialista salpicado de psicodelia.

En definitiva: «Precious Metal» no es una lectura sencilla. Exige tiempo, atención y, posiblemente, una relectura. Pero quienes se atrevan a sumergirse descubrirán una obra que recompensa la paciencia con escenas tan inquietantes como bellas y con una historia que se atreve con temas candentes que no dejan indiferentes al lector. La edición en cartoné por parte de Nuevo Nueve es excelente, detalle que siempre atesoramos los amantes del noveno arte.

Por Francisco José Arcos Serrano

Deja un comentario