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Después de 5 increíbles días viendo llover en Sevilla, perdiéndome los pasos, la «madrugá», las cañitas en la calle feria, los chicharrones y múltiples actividades que se pueden desarrollar en la capital andaluza con tan solo unos rayitos de sol, decidí acercarme a visionar una más que esperada, al menos por mi parte, producción que para los que nos movemos en estos mundos semi-imaginarios nos encanta disfrutar.

Me acerqué el Domingo de Resurrección (a ver si la cosa mejoraba) a uno de los cines más modernos de Sevilla, en la que recibí mi primera gran alegría de la noche: el cine 6,50 euros, en 2D y 7,50 en 3D. Ciertamente, no podía por menos que frotarme los ojos, agradeciéndoles a todos los santos que no habían procesionado, por aquello que mi bolsillo estaba agradeciendo.

La segunda de mis alegrías fue que las palomitas tan solo costaban 3,50€, un pedazo de cono, madre, estaba por traerme a Madrid para repartir con mis compañeros, pero quizá esa fue la última de mis alegrías.