Todo el que conozca mi intachable y nunca bien ponderado curriculum cinéfilo se estará preguntando ahora mismo qué narices hace un tío sano y castizo como yo viendo un pedazo de joyón como este (muchos pensaréis que debía de estar bajo los efectos de algún fármaco o alucinógeno). Pues bien, tengo que decir en mi defensa que vi esta película bajo coacción y contra mi voluntad…, y me voy a explicar para salvaguardar mi imagen.
Resulta que el domingo quedé con unos colegas para invitarles a ver una peli en el cine por mi cumpleaños que fue hace unos días (sí señores, un año más viejo y pellejo). Así que como buen caballero que es uno, les cedí el derecho a elegir peli, pero ninguno se mojaba. Yo ahí pensando para mis adentros «¡Por Dios que alguno de estos seres diga que quiere ver MEGAMIND!!. Pero nada, mis súplicas internas fueron desoídas por los dioses cuando uno de ellos se envalentonó, se lanzó por bulerías y dijo: «Pues yo he leído en la crítica que la peli esta de 3 metros sobre el cielo está muy bien» (vamos…, estoy seguro de que este colega debe de leer a escondidas la Superpop o el nuevo Vale, porque salvo en panfletos de 20 añeras no sé dónde pudo encontrar una reseña buena sobre esta peli).








