Calígula

El nombre de Calígula siempre ha provocado que nos partiéramos el ojete por el simple hecho de que nos trae a la memoria a un buen coleguita nuestro que se pimplaba los «calis» con gula (de ahí que le llamáramos Cali-gula). Lo último que supimos de este chaval es que alguien le tiró una cerilla y explotó, así que ójala Dios le tenga en su gloria. Así que en homenaje a este muchacho no pudimos menos que hacernos con este cómic y degustarlo como se merece. Además que su guionista (David Lapham) es muy de nuestro agrado por las tremendas barrabasadas de las que hace gala en Crossed, por lo que no podíamos dejar pasar la lectura de este tomo.

El caso es que hoy en día tendemos siempre a pensar en los políticos y en los banqueros como la peor calaña que ha dado la historia de la humanidad. Pero si nos remontamos a aquellos gloriosos días de la Roma antigua hubo cierto emperador que los dejaba a todos ellos en tanga. Y es que, ¿quién no ha oído hablar alguna vez de las tremendas idas de olla de Calígula?. Ciertamente este cómic es buena muestra de ello…

Ainsss, el bueno de Calígula, un personaje que si hubiera vivido en nuestra época hubiera sido «carne de Gran Hermano», fijo. Lo único cierto es que ha pasado a la historia por su crueldad, su extravagancia, su perversidad sexual y sobre todo como un tirano demente. Eso por no mencionar su fama de emperador loco capaz de perlas tan inquietantes como nombrar cónsul a su caballo, realizar apariciones públicas vestido de dios y semidiós, alardear de acostarse con las mujeres de sus súbditos, matar por pura diversión y provocar una hambruna al gastar demasiado dinero en excentricidades. Pero ante todo Calígula es un claro ejemplo de que el poder absoluto corrompe absolutamente.

Pero bébete un colacao, hombre...

Todas estas tropelías de las que fue capaz (y otras peores) están perfectamente reflejadas en este cómic de David Lapham, quien nos hace una revisión histórica del personaje muy en la línea de los guiones duros y los dibujos clasificados para un público adulto a los que nos tiene acostumbrados la editorial Avatar Press. Para ello se servirá de un hilo conductor argumental que no es otro que el de la venganza (concretamente la de un simple olivarero llamado Junio cuya familia será objeto de las atrocidades de Calígula por mera diversión). Debido a ello, nuestro joven protagonista acudirá a Roma con el único fin que el de matar al emperador y hacéserlo pagar caro.

¡Ale, a tomar por culo!...

A este respecto he de decir que esta primera parte de la historia con Junio tramando su vendetta y buscando la forma de colarse en palacio para consumarla fue lo que personalmente más me atrajo del tomo. Sin embargo, a pesar de que en el resto de la historia sigue estando presente ese trasfondo de la venganza del joven Junio, poco a poco el argumento va tomando unos derroteros que se centran en la depravación y en los excesos del emperador, mezclado todo ello con unos tintes sobrenaturales en torno a una supuesta inmortalidad de Calígula (y que a mí personalmente me hicieron decaer un poco el interés con respecto a esos compases iniciales).

Calígula partiéndose el ojete

Lo que sí hay que reconocer es que si lo que aquí Lapham pretende es provocar que la figura de Calígula parezca atroz y capaz de corromper a todo lo que entra en su halo de influencia, ciertamente lo consigue. Supongo que el tomo resulta inquietante de leer por el hecho de ver cómo ese guionista entremezcla personajes y hechos históricos reales con elementos un tanto más fantásticos y sobrenaturales, pero que en conjunto suponen una lectura curiosa cuanto menos. En definitiva, si buscas un cómic repleto de personajes y momentos desagradables sobre hasta qué punto puede llegar la excentricidad y la maldad humana puede que Calígula sea un cómic al que debieras echar un vistazo.

Deja un comentario