Time Bomb

¡¡¡Cojonudo!!!. Lo mejorcito que he leído hasta ahora de los nuevos títulos de la editorial americana Radical Comics que Dolmen está publicando por estos lares. La verdad es que de los títulos que han visto la luz en nuestro país hasta la fecha he de reconocer que AFVZ no me dejó mal sabor de boca, Hotwire casi no me acabó de convencer, pero Time Bomb me ha parecido realmente cojonudo. Por cierto, me imagino que muchos pensaréis que el título de este cómic es evocativo del hecho de cuando uno peta en su momentazo diario de ver pornacas. Pues no…, no van por ahí los tiros, joe.

La verdad es que cuando lo compré me la jugué principalmente por los nombres de los autores que aparecían en la portada, pues tanto Jimmy Palmiotti como Paul Gulacy me parecen dos tíos cumplidores, que suelen ser casi siempre sinónimo de calidad. Y qué mejor forma para pasar la sobremesa que reposando la comida en el buche y adentrándote en la lectura de una desesperada carrera contrarreloj para evitar que la vida tal y como la conocemos se vaya a tomar por culo. ¡Señores, bienvenidos al proyecto Time Bomb!.

Se trata de una historia de ciencia ficción que hará las delicias de todos los fans del género bélico y de la 2ª Guerra Mundial. El inicio de la trama gira en torno a una obras de metro en el Berlín actual, que provocarán el hundimiento de uno de los túneles, dejando al descubierto unas instalaciones ocultas bajo las calles de la ciudad, donde se encuentra el arma del fin del mundo que en su día prepararon Hitler y los científicos nazis. Se trata de una bomba Omega capaz de difundir un tremendo virus (a cuyo lado el ébola es un simple catarrito de verano), y que fue creado para destruir a toda la especie humana y así los nazis poder heredar la tierra como raza prevalecedora. Por suerte, todo ese proyecto no llegó a consumarse gracias al fin de la guerra, pero el descubrimiento de esas instalaciones provocará que se dispare ese cohete de forma accidental, liberando ese poderoso virus que amenaza con acabar en unos pocos días con casi la totalidad de la población mundial.

Un gas más chungo que un pedo de los que nos tiramos en la redacción del blog

Y será justamente aquí donde entrará en juego el proyecto experimental sobre viajes en el tiempo denominado Time Bomb, el cual se suspendió años atrás por lo costoso del mismo, pero que en estos momentos de crisis es la única posibilidad para salvar el planeta. Un grupo compuesto por cuatro personas serán los elegidos para saltar en el tiempo unas cuantas horas antes y evitar que ocurra esa activación accidental del cohete. Pero algo sale mal y nuestros protagonistas viajarán a tomar por culo al año 1945, en plena 2ª Guerra Mundial, cuando ese arma de los nazis estaba en pleno proceso de construcción.

Los nazis celebrando la feria de abril

Como os podéis imaginar, ese tremendo contratiempo en su plan inicial provocará que se vayan a la mierda todas las premisas previas sobre lo chungo de alterar la historia y de interactuar sólo lo justito con las gentes del pasado (y ni mucho menos matar a personas que no deberían haber muerto a manos de ellos). Sin embargo, por mucho que viajes al pasado con intención de pasar lo más desapercibido posible, es difícil quedarse al margen en situaciones en las que se está asesinando a inocentes a sangre fría y puedes hacer algo por remediarlo. De todas formas, todo este aspecto tan interesante de las implicaciones de gente del futuro en una época que no es la suya y el riesgo que supone, es algo que se plantea en el cómic pero que a la larga queda ahí sin darlo mayor importancia, cuando en mi humilde opinión creo que se podría haber sacado más chicha sobre ello al final de la historia.

Nazis haciendo el nazi (valga la redundancia)

Lo cierto es que el argumento mantiene un buen ritmo (sobre todo en su primer tercio) pues todo este meollo te engancha y sabe mantener el interés por averiguar cómo se las van a apañar estos 4 tíos para desbaratar algo tan sumamente vigilado. Pero claro, viniendo del futuro contarán con ventajas tales como un armamento superior al de los nazis y algún que otro juguetito que les sacará de varios apuros. Aunque también contarán con contratiempos como el hecho de tener en el equipo a un menda de color, lo cual no cuadra mucho en el Berlín de aquella época.

Nazis apuntando a un nazi (valga la redundancia)

En definitiva, Time Bomb es un cómic que me gustaría recomendar a cualquier tipo de lector, sobre todo por ese inquietante final, que encaja con la teoría que mantienen algunos sobre que Hitler no se suicidó en su búnker y que los restos allí encontrados no eran los de él. Y es que sería curioso que hubiera ocurrido realmente algo similar a lo que plantea el final de este cómic…

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