Si nos ponemos a hacer un recuento de personitas cuasi-inmortales la lista podría ser interminable y en ella habría que incluir grandes nombres como el de Jordi Hurtado, Marujita Díaz, Edwin van der Sar, Mick Jagger o la Reina de Inglaterra. Pero si hay uno que nos mola a los frikis es el bueno de Logan, pues su ya clásico factor curativo (que a la vez retrasa su envejecimiento) le permite tener un terso cutis que ya quisieran muchas de las cincuentañeras ricas que se dejan los cuartos en corporación dermoestética.
El caso es que los fans del personaje ya teníamos ganas de que estrenaran la segunda entrega de sus andanzas en solitario. Y eso que la primera parte no recibió demasiadas buenas críticas y se llevó también a su vez unas cuantas ostiacas de los frikazos más radicales y puristas que ponen el grito en el cielo cada vez que adaptan las andanzas de un personaje de cómic al séptimo arte permiténdose algunas licencias y cambios que el director o sabe dios quién se sacan del ojete. Pero yo hace tiempo que dejé de ofuscarme por cosas de este jaez y fui al cine con la única intención de disfrutar del film. Y por ese motivo me ha gustado más de lo que esperaba.






Estoy casi seguro que si le preguntas a alguien sobre alguna heroína de videojuegos es muy probable que te responda Lara Croft. Es indiscutible que este personaje se hizo un hueco con toda justicia dentro de los iconos del mundo del videojuego. Aún recuerdo cómo descubrí el primer Tomb Raider en uno de lo SIMOs, allá por 1997, cuando recorría todos los stands con la intención de pillar algún juego al que poder echarme un vicio. La pobre Lara estaba muy sola, no entiendo muy bien por qué, por lo que pude disfrutar de su juego durante un buen rato. En ese preciso momento supe que tenía que actualizar mi pc y hacerme con esa aventura poligonal que me dejó boquiabierto.
