Punisher Max: Las historias jamás contadas

punisher_logoLa apostilla esa del título que dice lo de las historias jamás contadas seguramente habrá hecho pensar a los más cotillos que en este cómic se van a destapar los trapos sucios del bueno de Frank o sus zorreteos y secretos más oscuros como si esto fuera una de esas revistas que leen las marujonas en la «pelu» mientras se cogen los rulos cuando están haciéndose una permanente guapa-guapa de esas con secador. Pero no amiguitos, lamentamos anunciar a todos los que se habían hecho ilusiones de ello que este cómic no tiene nada que ver con el hecho de airear cotilleos como si Frank Castle fuera la Pantoja…

Y es que este volumen sirve para darnos una curiosa visión de Punisher a través de una serie de relatos ambientados en distintas épocas de la historia del más oscuro vigilante de Marvel Comics. Una gran deuda gigantesca, una pistola con balas cuyo origen nadie puede rastrear y una opción impensable son algunos de los argumentos que podremos degustar en ellos, de manera que el bueno de Frank se verá envuelto en una serie de situaciones en las que no le quedará más remedio que hacer lo que mejor saber hacer: putear a los malos…

Hasta el rabo de los camperos


El diccionario de la real academia española define al campero como toda aquella persona un poco tocapelotas que jugando en modo multijugador a cualquier shooter se oculta en el lugar o recoveco más recóndito del escenario de la partida esperando a que los jugadores enemigos pasen por delante de él y así abatirlos a traición y a mala leche. Hace unos días el nunca bien ponderado Kiko y un servidor hemos retomado el vicio al multijugador del Battlefield Bad Company 2, y hemos vuelto a sufrir este mal que aqueja a la humanidad. Y es que en esta vida hay muchas cosas que personalmente me tocan los cojones, como bien puede ser un balonazo en la entrepierna, la comida japonesa o que me cierre el paso una Maruja de esas que andan ocupando toda la acera y a las que dan ganas de pegarlas un empujón diciendo: «¡Aparta, joder!». Pero pocas cosas hacen que me hierva el esqueleto con un no se qué y un qué sé yo, como el hecho de que un campero me deje seco de un disparo a traición.

Criajos en el supermercado

¿Quién no ha ido con su mami al supermercado cuando aún era un tierno infante sin la suficiente edad como para poder quedarse solo en casa?. Joder, en mi caso concreto me suponía un rollazo acojonante eso de tener que ir al mercado, pues acababa hasta el ojete por el simple hecho de andar por aquellos lares llenos de Marujas y viendo cómo la «Señá Carmen» hacía la compra o daba la vez. De todas formas, eso de ir con las mamis al supermercado es una tradición que se está perdiendo entre las nuevas generaciones, junto con otras tradiciones más clásicas como la de bajar a comprar el pan los sábados por la mañana (ahora le dice un padre a un hijo que deje un rato la puta Play y baje a comprar el pan y el papi acaba con una orden de alejamiento por maltrato psicológico al chaval). Anda que no he bajado yo veces a donde la Alfonsi o a la pastelería de la Merce (donde luego pusieron a una rumanaza que flipas a la que siempre me quedé con las ganas de decirla que tenía unos bollitos muy ricos). El caso es que en Vas Tú Listo hemos indagado sobre todo esto y hemos descubierto que aún hay chavalines que acompañan a sus papis a hacer la compra. Lo único es que nos ha resultado un poco curiosa la forma de desenvolverse en un supermercado que tienen estos niños de hoy día.